Errores de Protocolo | Los toqueteos manopleros de Letizia La Fiztizia

2019-01-06 1

MENTIRA, ALCOHOL Y TOQUETEO SON LAS CLAVES DEL HAMBRE ANIMAL DE UN ROYAL QUE JAMÁS DEBEN VICIAR SU MAGISTRATURA. Las vistas oficiales de Estado son siempre ceremonias de gran suntuosidad, que necesitan de lo solemne y de la pomposidad para no morir en el intento. En esto son admirables y, como todo lo admirable, merecen justas palmas que salgan con sinceridad de lo más hondo de los corazones, único supuesto en el que sirve el acto del toqueteo manoplero, de gran raigambre entre el folclorismo popular. Pero la funcionaria royal Letizia La Fiztizia sigue empeñada en el toqueteo a los visitantes de Estado, en este caso a la consorte del presidente de la China. No se debe hacer esto nunca, pues constituye un abuso de confianza que troca y muda la amada ilustración de los actos ceremoniales. Nunca puede haber error en los galanes modos, ciertamente, pero el uso de la mano como útil de tocar no está prescrito en los tablares de la prudencia en que consiste el principio de la distancia regia, que es el mayor de los trofeos con que la Antigüedad ha dotado a la monarquía. Al conduirse en ceremonias, el funcionario royal debe sumergirse en los ancestros egipcios y romanos de su dinastía, en los memorables príncipes de palabras siempre regaladas, en los innumerables dones y felices estados que hacen de la magistratura regia el mejor de los parásitos sociales, de quien liban los auténticos zánganos de la política, debe el royal hacer cuenta y razón de sus insignes títulos vinculados a la tradición, que son los baluartes del eterno nombre de su dinastía, que llega así a la inmortalidad como los dioses. Y los dioses no se tocan porque no existen, aunque la idolatría los pose en las más grandes plazas con bronce y alabastro, precisamente para que el populacho los toque, que es el único que puede tocar.